lunes, 11 de julio de 2016

“Los Caballos Desbocados”



COMENTARIO DE LIBROS


“Los Caballos Desbocados”

De Yukio Mishima

Dr. Máximo Grillo Annunziata
Mishima es de lejos el más grande novelista japonés del siglo XX. No le dieron nunca el nobel de literatura porque ideológicamente  rechazaba los moldes culturales de Occidente, y claro está que tenía toda la razón. Donde llega occidente, llega a mierda.
Pertenecía  por sus orígenes a la notable casta de los samuráis, y se educó en un colegio para hijos de samuráis. Criado dentro de los conceptos de la belleza de su cultura, el sentido del honor, el coraje, era un caso único  en la decadente sociedad humana actual y en la decadente cultura japonesa avasallada por la influencia cultural occidental.
Esteticista, concluyo que no podía narrar la belleza, si seguía siendo un  hombre flaco y desgarbado, por lo cual en la adultez se metió en un gimnasio y a fuerza de una voluntad de titánica, llego a sacar un físico de fisicoculturista impresionante. Le gustaba fotografiarse  desnudo, llevando solo un taparrabo, portando una espada samurái, una katana. Estaba orgulloso de su cuerpo.
Con dinero de su bolsillo formo un pequeño ejército de samuráis modernos y de esa forma seguir vigente los valores filosóficos, y culturales de su cultura samurái.
Poseía una tremenda sensibilidad para captar la naturaleza  humana y sus conflictos.
Harto de la decadencia cultural por la occidentalización del Japón, ante la televisión y en público, en protesta por la decadencia occidentalizada de su país se hizo el harakiri o seppuku, o sea el suicidio ritual. Murió entre un charco de sangre, con la mirada puesta en una resurrección de su cultura y de su patria. Murió mirando al Sol
Yo tenía una gran admiración por este hombre, hasta que un mal día leyendo su biografía descubrí que Mishima era homosexual. El mismo relata que cuando era niño escolar y lo llevaban con otros niños a los museos, la contemplación de las estatuas masculinas desnudas, le producía una excitación sexual. Su novela que lleva el título de “La Máscara”, trata de este  tema. Para mí fue un baldazo de agua fría, nunca imaginé que Mishima era un pervertido.
El libro que comentamos trata de las vivencias de un grupo de muchachos practicantes de Kendo, la esgrima japonesa. Para entender este tema, debemos de saber que la esgrima japonesa es muy diferente y muy superior a la esgrima occidental. La práctica del Kendo es toda  una filosofía, y requiere meditación, filosofía, concentración, toda una escala de valores y de prácticas psicofísicas. La práctica del Kendo es toda  una religión,  una cosmovisión, una formación espiritual, y una concepción del mundo.
La esgrima occidental es solo una técnica de agilidad, de estoques y bloqueos y carece de toda la riqueza del Kendo. El Kendo es por consiguiente una práctica formativa del  individuo. Lo se perfectamente, porque yo mismo  practiqué Kendo durante un tiempo en el instituto peruano –japonés.
Esta aclaración es necesaria  para comprender el mundo conceptual de los personajes del libro que comentamos.
El profundo nacionalismo y patriotismo de estos muchachos, los lleva a planear el asesinato  del japonés sirviente de los intereses de los occidentales, quien es un vendido a los intereses extranjeros, trabaja por la influencia imperialista occidental en el Japón.
La descripción que hace Mishima de las vivencias de estos muchachos sobre todo del protagonista principal, es verdaderamente magistral, y para  mí fue una captación inmediata, porque ese tipo de muchachos idealistas, dispuestos matar y a morir por la causa de la patria y de las idea  que consideran justas  y correctas, yo los conocí por montones en mis épocas de dirigente estudiantil sanmarquino.
Para que Mishima relate las vivencias y el mundo de estos muchachos con tanta maestría, debe de haber pertenecido en sus épocas de joven a las cofradías de jóvenes japoneses que luchaban por la soberanía del Japón y por los valores de su cultura.
La escena final, donde el protagonista, tras asesinar al traidor, se refugia en un acantilado, para preparar su muerte, el seppuku o harakiri, a sabiendas de que la policía lo buscaba.
De cara frente al mar, al salir el resplandor del Sol en la aurora, procede a suicidarse, tras realizar el rito de la muerte, siempre mirando al Sol naciente se introduce la espada y se desgarra el vientre. Mientras muere observa como el Sol se levanta impetuoso en el horizonte. Soportando el dolor e invadido por el pensamiento de que muere por la libertad y la grandeza de su patria, sus ojos ven en el  en el levantamiento del Sol desde el horizonte la imagen de la resurrección del Japón. El simbolismo  de la escena es clarísimo. Sus ojos se van oscureciendo y muere con los ojos abiertos, lo último que ve es al Sol en todo su  esplendor. La forma como Mishima relata estos momentos no solo es impresionante, sino incluso poética. Era un gran escritor.
Además Mishima es el responsable de haber conocido a m i mujer.
Cuando se produjo la primera matanza de los presos políticos en el Frontón, los abogados  de las victimas contrataron mis servicios profesionales para estar presente en la autopsia como médico de la parte civil, en la cual se comprobó que el estómago y  los intestinos de los fallecidos estaban vacíos, lo que quiere decir que no les habían dado de comer por lo menos en los últimos tres días.
Motivo por el cual se amotinaron. No les dieron de comer por días para que amotinen, para luego poder matarlos. Ese fue el esquema.
Cuando se realizó la segunda gran matanza de presos políticos, nuevamente los abogados contrataron mis servicios como médico de la  parte civil, pero no hubo autopsias porque los cadáveres fueron enterrados en forma clandestina por el gobierno aprista.
Estando  en el velatorio frustrado  de los presos políticos y solo velaban sus ropas por los familiares que eran creyentes católicos, conocí a Vicky Peláez,la periodista.
En eso un conocido se me acercó:
-Grillo, te busca  una “chinita”
-Una “chinita” a mí?. Será una admiradora.
-Esa es, la que está ahí
Pero no era una “chinita”, sino una “japonesita” buenamoza
-¿Usted está buscando al dr. Grillo?
-¿Es usted? Preguntó –la japonesita
Julia, mi mujer era  en esa época secretaria general de su sindicato de profesores en el colegio donde enseñaba, o sea era un a sutepista (SUTEP)(Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Perú), y le habían entregado un oficio para mi, invitándome a participar en una conferencia sobre educación, y le habían dicho dónde encontrarme.
La tal conferencia resulto ser una polémica con los profesores apristas, que llegaron con una  hora y media de atraso y más encima borrachos, exigiendo participar en la mesa de debates, a lo que me opuse terminantemente.

-Estoy hablando hace una hora y media y no voy a repetir todo mis argumentos porque  ustedes llegan tarde
-El doctor Grillo debe de ser  democrático y permitir  nuestra participación , claro si en verdad es un demócrata
-La democracia, exige la puntualidad democrática y no voy a repetir todo lo que  he dicho durante una hora y media así que no acepto su presencia en la mesa de debate.
Para esas épocas o había leído un libro sobre la batalla de Okinawa, y había visto una película sobre la batalla de Okinawa, y sabiendo que Mishima había escrito una  obra sobre los niños que participaron en esa batallas, andaba desesperado tratando de encontrar esa novela. Pero en el Perú de esas épocas no llegaba literatura japonesa al país, mientras que ahora abunda la literatura japonesa incluso la literatura china.
En dicha batalla murieron los 100,000 hombres del ejercito japonés, no sobrevivió ni uno solo.
La segunda línea de defensa fueron los estudiantes de secundaria, la tercera línea de defensa fueron los escolares de primaria y la última línea fueron todo el pueblo hombres, mujeres, viejos, familias enteras,que ante la falta de armamento se lanzaban al ataque armados con lanzas de bambú. Los que no tenían piernas eran colocados en cualquier esquina y desde allí disparaban hasta morir, los que no tenían brazos por las heridas, le ataban minas en el cuerpo y se arrojaban al paso de los tanques. Las mujeres de Okinawa para librarse de las violaciones y las torturas de los norteamericanos se suicidaban en masa. En la película se ven las fotografías  de los profesores japoneses con sus típicos anteojos redondos con sus alumnos cuyos fusiles eran más grandes que ellos. Esa era todo una epopeya que debe de ser más estudiada.
Así que proveche para preguntarle a la japonesita si por casualidad tenía a obra de Mishima.
Me dijo que no, pero tenía otra obra de Mishima, titulada “El Templo de Oro”, otra obra magistral de Mishima, que también comentaremos en otro artículo.
 A partir del intercambio de obras de literatura japonesa  nos fuimos acercando cada días mas.
Al final de tanto acercarnos  terminamos siendo pareja, que ya tiene más de 30 años juntos.
Mishima es el responsable.







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